¡Hola a todos de nuevo! Ahora vengo con un trozo del primer capítulo de una historia que estoy a punto de terminar y demás. Esa historia es Dreams, sueños en pesadilla.
Tiene un modo de dividir los capítulos algo diferente. Los capítulos se dividen en cuatro partes, dos de ellas son narradas en primera persona por la chica protagonista, y las otras dos partes son en primera persona por el protagonista. La chica se llama Vic (ya, como la de Relatos de sílfide, pero ese es un nombre provisional para Libertad). y el chico se llama K (es su mote, pero no dice su nombre real.
La sinopsis la pondría así:
K, un chico de diecisiete años, se ha propuesto ponerse los estudios en serio y dejar de lado a todo cuanto quiere para no desviarse de lo que quiere ser de mayor. Vic, su mejor amiga, está muy triste por la noticia. Ambos no quieren que el muchacho de ella se vaya, aunque K no refleje apenas atisbo de duda.
Pero hay problemas más graves de los cuales en el fondo K huye y nunca se reconoce a sí mismo. Su hermano mayor, Jared, se fue de casa hace unos años, y actualmente sólo busca a su hermano pequeño para pedirle dinero para drogas y demás asuntos suyos. K se lo da y a cambio Jared le regala una dosis de puñetazos y moretones.
Violencia, dolor, complejos y verdad son los que rodean ésta historia que, a pesar de todas las adversidades, K y Vic buscan el modo de lograr un futuro siendo felices.
Bueno, aquí os dejo el primer fragmento de Vic, del capítulo 1. Actualmente consta de nueve capítulos extensos (200 páginas a word) y un epílogo que no tiene nada que ver con los protagonistas y que estoy trabajando para impactar. Tendrá segunda parte la historia, y espero que se publique ^^.
Capítulo I
Vic I
Abrí los ojos, y parpadeé un par de veces, algo confundida.
Ya era de día, y me tocaba madrugar... como siempre.
Me levanté casi sin ganas, y me miré al espejo que tenía en mi habitación. No estaba precisamente mona, y menos recién levantada.
Me rasqué un poco la cabeza, y me fijé en mis ojos. Ahora mismo tenían un tono azulado, como tristes... en el fondo algo en mi pecho se removió. ¿Por qué debería de estar triste?
No tenía ningún motivo...
Sólo que él se iba a ir.
Sí, K, mi mejor amigo, se iba a ir del instituto. Quería hacerlo, y yo no quería retenerlo, como lo hacían otros amigos suyos.
No, si él quiere irse, es su decisión, no podía hacer otra cosa...
... ¿Por qué lloraba? ¡¡Ya estaba todo decidido!! Se iba a ir, punto y final, no podía ponerme triste sólo por eso. No podía, me negaba.
Sacudí la cabeza. Sería mejor que me diera prisa y me fuera al instituto antes de que llegara tarde como siempre.
... Y volví a llegar tarde...
Los profesores me riñeron, como siempre, y me criticaron por llegar siempre tarde. ¡¡Joder ya!! Estoy harta. Tanto decir que quieren que les respetemos y no hacen más que gritar y ser irrespetuosos. Normal que la educación vaya a pique con estos profesores.
Me senté en mi sitio, junto a K. Enterré mi rostro entre mis brazos, y el se rió por lo bajo.
-Victoria por favor, no te duermas.
-No profesora... -Gruñí.
Desvié la mirada, enfuruñada. Qué asco de clases, qué asco de alumnos... qué asco de todo. Lo único que me animaba es que al menos tenía al lado a alguien de confianza.
Sentí la mirada de K. Se acercó a mi oído.
-Esta vez eres tú la malhumorada...
Se rió por lo bajo. Idiota.
Siempre burlándose de mí... ¿Qué más me falta Dios mío? ¿Que me pegue un tiro? Porque estoy a punto de hacerlo, sólo me falta la maldita pistola...
Le miré. Tenía la vista fija en la profesora, con una mano en la barbilla.
-No me seas niño... es que me levanté de mala leche.
Estaba de perfil, y no se movió. Sólo sus ojos para mirarme.
-Llevas así desde que te dije que me iba.
Ahí me había pillado.
Como siempre, demostró que me conocía mejor de lo que creía.
Cogí el bolígrafo y me puse a escribir cosas que ni yo misma entendía.
No podía decirle nada, ni contestarle. Estábamos en clase y esos temas se tocan en el recreo... y...
... Qué narices, no le quiero contestar porque seguro que se ríe de mí, y me dice que me tiene en la palma de su mano, como siempre. Era ya una manía suya que no me hacía ni pizca de gracia, pero que aguantaba siempre.
Suspiré levemente, y me quedé mirando la libreta.
-No quiero que te vayas... -Susurré.
Me miró.
-¿Has dicho algo?
Me lo quedé mirando.
Imbécil, para una vez que te digo algo...
Sacudo la cabeza.
-Para nada.
-¡¡Vosotros dos!! ¡¡Callaos ya!! -Gritó la profesora.
-Que sí, coño... -Musitó K.
La profesora clavó su mirada.
-¿Has dicho algo impertinente, señorito?
Él sonrió inocentemente.
-¿Yo profesora? No, habrá oído mal. -Dijo con sarcasmo.
Lo miró de arriba abajo y siguió dando la clase como si nada.
Me reí por lo bajo.
Siempre me hacía reír con su sarcasmo. Era tan gracioso cuando se ponía así, que no podía contenerme a veces.
-En el recreo te espero... Vic, no me gusta verte así.
Abrí los ojos con fuerza. ¿Había oído bien? ¿Él diciendo eso?
Titubeé, pero en el fondo sabía que daba igual lo que dijera. No iba a sacar el tema.
Estaba harta de esperar una reacción positiva suya, y pensaba que me iba a cabrear por ello, pero… sin embargo… ahora me sorprendió mucho. Sus palabras resonaron en mi mente durante varios segundos.
Muchas incógnitas surcaron mi mente con rapidez, y quería saber la respuesta, pero…
Sólo quedaba... esperar.
Esperar al recreo.
En cuanto acabó la clase, recogí mis cosas y me dirigí hacia la siguiente clase, con el semblante frío e inexpresivo. Me tocaba una clase que no me gustaba mucho: Historia. El profesor me regañaba a menudo, y me sentía incómoda cuando estaba en su aula, pero debía estudiar, así que no quise mostrarle más importancia de la que tenía.
Me senté en el primer sitio que pillé, y K se puso a mi lado, sonriéndome. Sin embargo ésta vez no le correspondí a la sonrisa.
-Buenos días alumnos. –Dijo el docente, con su típica voz arrogante.
-Buenos días. –Respondimos todos al unísono.
Comenzó a hablar sobre el examen que habíamos hecho. Era el penúltimo que íbamos a hacer, y era muy importante sacar una buena nota para que el siguiente no fuera tan difícil, puesto que el siguiente era una mezcla de todos los exámenes del curso juntos.
Llegó a mi mesa, y me miró con profundo desprecio. Estuvo a punto de tirarme el examen a la cara, y lo sé porque se le veía venir, pero se limitó a ponérmelo en la mesa, y a continuar con su reparto.
Miré mi nota, sorprendida. ¡Un ocho con nueve! ¡Un miserable casi-sobresaliente! Me fijé en el fallo tonto que tuve, y es que era tan microscópico que ni merecía ser percatado. Iba a comentarle la nota a K, pero le vi con el rostro feliz.
-Un seis, qué bien.
-¿Qué bien? ¡Eres idiota! –Grité.
El profesor y todos los alumnos me miraron. K abrió los ojos todo lo que pudo, y me puso su mano sobre mi hombro.
-Cálmate niña, que solo te he dicho mi nota, no te lo tomes a mal.
Me giré, y observé fijamente al docente.
-¿Un ocho con nueve?
-¿Algún problema Victoria?
-Pues sí profesor. ¿Por qué me ha puesto ésta nota cuando debería tener el sobresaliente?
Le conocía. Fijo que en la nota global me pondría un ocho porque un ocho con nueve no es el equivalente a nueve según él, y no quería perder nota por culpa de un imbécil.
-Señorita… si quiere saber mi opinión, hable conmigo en el recreo. Estaré en esta misma aula y le explicaré el por qué de mi nota… y también le enseñaré modales de clase.
Me acomodé en mi silla y me crucé de brazos, con las mejillas ardiéndome de la rabia. Quería matar al docente, pero no podía, porque era mi superior y un ser humano. Me limité a gruñir y estar toda la clase esperando a que llegara mi media hora de descanso, y al fin poder aclarar los diversos temas que se me presentaban aquella fatídica mañana de finales de mayo.
La verdad es que la que me da más pena de la historia es Christal, la hermana de K. Es la que sufre todo el marrón u.u
¡Nos leemos! ^^
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